En algún lugar...

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Reflejo en la Ría de Bilbao. Zorrozaure - Bilbao - Por ahora España.

miércoles, 22 de junio de 2011

Inexplicable


Siempre me dieron vergüenza ajena las letras cursis.
Cuando escucho una canción, quedo pensando en el boludo que la escribió y trato de entender cómo no se le cae la cara de cantar boludeses. Incluso, no me refiero solamente a las canciones sino también a los libros, los poemas y demás. Le tengo fobia a lo cursi. Y siempre pensé que no podría escribir algo así.
Hoy, -creo- que voy a rozar lo cursi, o tal vez pasarlo por arriba.
Pero tiene una explicación, no tengo ese don, que tienen los grandes escritores o cantautores de decir con metáforas o analogías algo que sería cursi, pero disfrazado de tal manera que da gusto escucharlo.
Todo este preámbulo, para explicar lo que siento por Callejeros.

Esa "banda" que se ha transformado cada vez más en una ideología, en un sentido de pertenencia hacia ellos, más que un grupo musical al cual se escucha sin más motivos que por el gusto de la relación entre letras y melodías.
En realidad, Callejeros en sí, hoy no existe como tal. Pero considero a Casi Justicia Social, como una extensión de los mismos intereses reunidos, con cambios, algunos por el alejamiento de integrantes y otros por el simple hecho de que Callejeros sufría la censura en su espalda.
Casi Justicia Social la sigue arrastrando. Porque el chivo expiatorio del circo de políticos corruptos es Patricio Rogelio Santos Fontanet. El Pato. Para los que lo desconocen: Un cantante de 31 años, con la capacidad de escribir las letras más hermosas, realistas, críticas etcétera, al que la in-justicia argentina lo acusa, de ser culpable de...ni ellos saben la respuesta. Culpable de haber sido él, quién estaba arriba del escenario cuando pasó lo que pasó. Culpable de haber estado en ese momento haciendo lo que le gusta: Hacer buena música.

Pareciera que algo ha predispuesto que no puedo ver a mis bandas preferidas. Jamás vi a los Redondos, nunca pude ver a Callejeros y ni que hablar que The Doors no es la excepción.
Vivo en Montevideo y por fortuna del trabajo, fui a Buenos Aires un par de días. El único lapso de horas libres que tuve lo dediqué a lo que más me interesaba. Vivir de cerca -si es que es posible- lo que fue Cromañón.

Buenas Aires está en constante movimiento, sin embargo...hay una calle en la que no circulan los autos. Hay una esquina, que queda por fuera de esa convulsionada ciudad, de ese lugar en el que todos andan apurados.
En el cruce de Bartolomé Mitre y La Rioja nadie corre.
El lugar genera algo difícil de explicar. Algo semejante a un nudo en la garganta y ojos que se vuelven vidriosos, aún cuando uno no conocía a ninguno de los 194 “chicos” que murieron esa trágica noche.
Las paredes, reclaman -en vano- justicia. Las zapatillas colgadas los recuerdan. Las fotos, muestran niños sin padres, padres sin hijos.


La in-justicia argentina, se empeña en encontrar un culpable y el Pato, quién perdió a su novia esa noche, es el principal objetivo.
La fuerza de Fontanet es increíble. Reflejando en sus letras el dolor de lo sucedido y la tortura psicológica de haber vivido esa noche, (de no haber muerto esa noche).
El Pato y algunos que todavía quedan de la conformación original de Callejeros, siguen tratando de hacer lo que les gusta. Tratando digo, porque la censura los acompaña. Pueden fijar un recital en cualquier parte de Argentina siempre y cuando, no se acerquen a Capital (parece ser el contrato implícito). Y al fijar el recital, sea dónde sea, la demanda de medidas de seguridad de los hipócritas hacia ellos es inmensa.

Reprogramar una, y otra y otra vez; pedir disculpas a sus seguidores por el cambio de fecha, por la cancelación de un toque, es algo absolutamente normal. El Callejero de alma ni chista. Los entiende. Los sigue. Sabe, que están pagando por un crimen que no cometieron, pero que la in-justicia trata de hacerlos pagar.
Ser Callejero es ser parte de, y entender, que cuando la canción canta verdades, ni la censura ni el rencor la han de callar.

Con todo esto a cuestas siguen adelante: “O No”.

Me hice de papel, me hice de cartón,
invisible fui, invisible soy,
te vi y me enamoré, apenas te toqué,
me diste tanto amor,
me hiciste sentir que el cielo existía
entre tus piernas y las mías.
Un día te perdí, dios vino y te llevó
y me dejó en el alma una bomba sin reloj…

Quedé buscando moralejas
con los hombres que piensan,
te amé y te lloré,
te lloro y te amo hoy,
pero la vida es fría
y te empuja a seguir, oh no…

miércoles, 15 de junio de 2011

Una experiencia perdible


Qué me vienen con inseguridad. Lo que está complicado es viajar en bondi. Y es algo de ahora, que se ha puesto de moda en los últimos....digamos...50 años.
Para empezar nomás, ya la palabra "ómnibus" me produce rechazo. ¿No había un nombre más feo y difícil para llamarle al transporte colectivo en Uruguay? Bien ahí los hermanos argentinos que solucionaron el problema con un simple Colectivo, o hasta los gringos la hicieron fácil con apenas decirle Bus.
Sin embargo acá tenemos las consecuencias, viejitas que se te acercan a la parada y preguntan: -¿acá para el Onimo mijito?
- Si si, el onibu para acá contesta algún personaje atento.

Uno se levanta temprano, contento de un nuevo día por delante y cuando llega a la parada....le empieza a cambiar la cara. Pasa la vida y el 145 no. (La frase se aplica para el 94% de las líneas de Montevideo según un estudio que no fue revelado nunca).
Si en una de esas uno está en su día de suerte, llega a la parada y el Onimo pasa y hasta se detiene.
Una vez adentro, el viaje puede ser el peor momento del día. Estadísticas recientes muestran que es más probable sacar a la quiniela seis veces seguidas antes que viajar cómodo.
Y si uno viaja sentado hay otro problema...que puede ser muy grande: el compañero de asiento.
Es otro de los momentos muy importantes del día. Elegir bien con quién sentarse. Si en una de esas ligas bien y te toca ventanilla (Digo ligas bien porque ha todos nos gusta ventanilla, eso ta clarísimo)...después empieza el tema de quién se va a sentar a tu lado. Y cuando sube ese señor gordo, grande y que sabes que te va a ocupar todo el asiento, empezás con las plegarias "conmigo no, conmigo no, conmigo no". (Para los integrantes de la Asociación de Gordos del Uruguay, favor dejar sus comentarios en la casilla de insultos www.bochita-remixado.blogspot.com).
Después, está que no te toque el que se olvidó de ponerse desodorante, porque eso si que está jodido, ahí te cambio por el gordo nomás.

Atención, luego de cientos de viajes en Ómnibus, puedo contarles un táctica que es infalible. Cuando uno no quiere que una persona se siente a su lado, lo único que tiene que hacer es seguirlo/a seriamente con la mirada desde que esa persona sacó el boleto, cosa de lograr que se intimide. Está comprobado, he viajado con el Ómnibus lleno, gente parada, pero con el asiento a mi lado vacío, por el hecho de cohibir a la gente. Nota: Además de viajar cómodo es muy gracioso.
 
Otra cosa que te puede amargar el día son las caras de los pasajeros. Serios, -seguramente alguno tratando de evitar que se sienten a su lado- (jajaj es tan gracioso), tristes, soñolientos, y mil cosas similares más que hacen que el lugar se asemeje a Dementores que a uno le absorben la energía de ver rostros tan expresivamente negativos. (Para entender este renglón léase los siete libros de Harry Potter).
Es por eso que a veces me río, simplemente para contrastar.
Si toca viajar parado, es una experiencia imperdible, sentir la grasa del caño dónde uno se agarra (no es una frase sexual, manga de pervertidos).


 
Pensar que miles de manos y microbios toman ese caño por día (objeto tan uruguayo que debería aparecer en las monedas de un peso). Ta...lo propuse, haganse cargo.
Hasta ahí, un viaje normal, algo de todos los días, como el hecho de subir y que el colectivero te reciba con cumbia sonando al mango para compartirla con todos. Perdonen lo que voy a decir pero: Te querés pegar un tiro en los huevos. 
Investigaciones dadas a conocer por Aire FM, hablan de que cada 15 choferes, 27 escuchan cumbia. No lo desmiento.
Y sino, si uno sube al Omnibus a media tarde, lo común es escuchar retumbar el agudo grito de un locutor que hace 20 años hace lo mismo en el programa diciendo "Holaaaaaaaaaaaaaaaaa"...Seguramente esté por darle "una mano" a (léase reirse de) alguien.

Pero nada es tan malo como...que te toque un plancha deseoso de compartir su "música" del celular con los pasajeros.
El otro día le dije a uno: -"Ponete auriculares la put* que te pa*ió plancha de mierd*, no te das cuenta que la basura que escuchás no me importa, y ahí nomá lo bajé de un piñazo. (Bueno...no fue tan así, en realidaad me quedé con ganas de decirle todo eso, pero...la idea está clara).

Otra situación linda de los viajes en bus por nuestra capital (incluso viene gente desde varios países a ver este fenómeno) es esa especie de jueguito de las viejas llamado "mirá como te pecho y subo primera al onibu". Y ya dentro del mismo también otro juego oriental muy popular, llamado "mirá como corro desde la otra punta vengo y me siento antes que vos y ni las gracias te doy". Es así...tienen esa facilidad. Tampoco voy a generalizar y decir que todas las ancianas hacen eso, porque hay quienes se subieron en el comienzo del trayecto y no tuvieron que pelear por un lugar. Es bueno reconocerlo.

Encima Cutcsa la compañía montevideana, amiga del gobierno de turno, te cobra 18 mangos el boleto.
Para pasarlo a moneda internacional, sería un dólar, cuando el viaje en colectivo en Buenos Aires -por ejemplo-, no llega a los 30 centavos de dólar. 
Aparentemente, por la velocidad con la que uno llega a destino y las vueltas que da, estaría incluido en la tarifa un paseo turístico.
Por si fuera poco, nos pizarrea con la frase…siempre iremos contigo. Espero que no…espero que no.